En 2020 se estimaba que más de 1.600 millones de niños y niñas escolarizados en todo el mundo se habían visto afectados por la pandemia (UNESCO, 2020). Como consecuencia, todos los niveles educativos han tenido que explotar las tecnologías digitales de aprendizaje para seguir apoyando el aprendizaje de niños y niñas, jóvenes y personas adultas.
Los líderes educativos fueron fundamentales para apoyar a docentes, alumnado y familias en esta transición, teniendo que proporcionar planificación digital y apoyo pedagógico, técnico y pastoral. El uso regular de las tecnologías digitales es necesario para crear resiliencia y capacidad/preparación digital, en caso de que el sector experimente crisis similares en el futuro. Esto requiere una visión clara y el desarrollo de capacidades en el ámbito del liderazgo pedagógico digital (Leithwood et al., 2020).
En 2021, la Sociedad Internacional para la Tecnología en la Educación (ISTE) elaboró unas normas de liderazgo digital para administradores educativos en las que se identifican cinco componentes: liderazgo visionario, cultura de aprendizaje en la era digital, excelencia en la práctica profesional, mejora sistémica y ciudadanía digital. La clave para aplicar estas normas son las oportunidades de desarrollo profesional digital y las comunidades de aprendizaje digital.
Tradicionalmente
El aprendizaje digital era un elemento separado y opcional de la educación.
Tras la pandemia de Covid-19
El aprendizaje digital debe replantearse y considerarse parte integrante del sistema educativo.